Marcelo Ferder sufre una fascinación por el objeto encontrado.No necesita que el objeto sea particularmente hermoso, decorativo o alguna afinidad con su diseño, basta con encontrarlo para que funcione. El artista se encargará de darle forma a sus preocupaciones a través de la manipulación de estos objetos y los materiales que domina con expertise, tales como el poliestireno, los plásticos, el hierro y sobre todo el cemento. La silla del colmado, para él, se ha convertido en ese icono de la idiosincrasia nacional, una lectura folclórica, a la vez arquitectónica y formal, atendiendo a las múltiples posibilidades de construcción de esta silla, sin perder su significado. El cemento es un medio en el que fluctúa, con el que convive felizmente. Su flexibilidad, maleabilidad, su acción cohesiva entre elementos y partes, lo han convertido en el mejor amigo de este artista